Comentario del 12/10/19: Mientras retocaba el articulo para su publicación, se ha publicado la noticia de la muerte de nuestro protagonista. Leonov ha muerto el 11/10/19 a los 81 años de edad. Lioska, has vuelto a las estrellas.

Los soviéticos avanzaron de forma espectacular en los inicios de la carrera espacial, en pocos años pusieron el primer satélite en órbita, el primer ser vivo, el primer hombre, la primera mujer y, lo que motiva esta entrada, realizaron el primer paseo espacial.

El paseo espacial requería una nave capaz de despresurizarse para salir y volver a presurizarse al entrar. Para ello, dos ocupantes, el piloto y el cosmonauta que daría el paseo espacial, tenían que viajar con trajes de presión adaptados al espacio, algo que nunca se había probado.

Este era el octavo vuelo tripulado de la URSS, y aunque el lanzamiento del cohete parecía ya algo rutinario y exento de peligro, era el segundo vuelo de la Vosjod, nave sucesora de la Vostok, que recordareis de la entrada sobre Yuri Gagarin, que tenía capacidad para tres cosmonautas en lugar del único ocupante de las Vostok. El esquema era el mismo, una esfera que sería el modulo de descenso y un módulo adosado con el combustible y los motores.

La nave se completó con un accesorio, un tubo extensible en la escotilla, que se desplegaba para permitir Alekséi Arjípovich Leónov (en ruso, Алексе́й Архи́пович Лео́нов), hacer la primera caminata espacial. Aleksei debía salir de la capsula al tubo y de ahí al exterior para luego regresar a la nave, mientras, su compañero, Pável Beliáyev (Павел Иванович Беляев) le esperaba dentro. Este tubo hacia las veces de exclusa, algo así como la doble puerta de los bancos, se abre una y después la otra, pero no las dos a la vez, así no pierdes el aire de la nave. Esta esclusa era un elemento “hinchable”, ya que se lanzó plegada sobre la escotilla y se extendió una vez en órbita. La esclusa, de nombre Volga era, una vez desplegada, un cilindro que tenía el tamaño de una persona. Contaba con una compuerta que se cerraba de forma automática, en el exterior y la propia compuerta de la nave en el interior.

Todo se desarrolló según lo previsto, estuvo en el exterior durante 12 minutos y 9 segundos, flotó, ligado a la nave, con un cordón de más de 5 metros. El problema vino al intentar entrar. La maniobra de salida se hacia con la cabeza por delante, pero al entrar, Alekséi debería entrar con los pies por delante para quedar al lado de la puerta exterior y poder cerrarla si esta fallaba. Cuando el cosmonauta quiso entrar, vio que no podía flexionarse para meter primero los pies, era un hombre “rígido” y maniobrando con las manos, solo conseguía meter primero la cabeza.

La maniobra debía realizarse al revés, es decir, entrar con los pies por delante. Al agarrarse al borde de la esclusa e intentar meter los pies, Alekséi no podía flexionar la cintura o las piernas para introducirlas primero. Simplemente, no cabía y no podía doblarse.

Al entrar con la cabeza por delante, una vez dentro, existía un mecanismo automático que cerraba la compuerta exterior de forma automática, pero este elemento fallaba una de cada 10 veces, de ahí que, al entrar con los pies por delante, se quedaban los brazos en el lado exterior de la exclusa y podía cerrarla de modo manual.

La maniobra se había ensayado muchas veces en un avión en caída libre para simular la “falta de gravedad”, pero al hacerse a presión atmosférica, no se detectó el problema de hinchamiento del traje Berkut.

Al entrar con la cabeza por delante, no podía darse la vuelta dentro de la exclusa hinchable, no podía cerrar la compuerta externa.

Si la cosa no estaba suficientemente tensa, el traje hinchado y deformado, estaba creciendo, asique las manos se le salían de los guantes, el traje había aumentado de talla y la cosa se le complicaba a Alekséi.

Aquí es donde la sangre fría y un poco la suerte, ayudan a resolver la situación. Los diseñadores del traje habían previsto que este pudiese trabajar a 0,27 o 0,4 atmosferas de presión por lo que tenía una válvula para poder vaciar de aire y bajar la presión interna (suerte que se había diseñado así). En este momento Alekséi era poco menos que un cosmonauta dentro de un globo. Lo que hizo fue deshinchar el traje para bajar la presión (sangre fría del cosmonauta, pues eso implica perder oxígeno).

Traje Berkut y exclusa Volga

Esta maniobra es más peligrosa de lo que creemos. Al bajar la presión del aire, que es oxígeno puro en el traje del cosmonauta, sucede lo mismo que pasa al subir a una gran altura, por lo que empezó a asfixiarse. Por ejemplo, la presión de oxigeno a nivel del mar es de 0.21 Atmosferas, en el Everest es de 0.07 atmosferas. Este descenso tan brusco podría haberlo matado por asfixia.

Al borde del desmayo, Alekséi consigue entrar y cerrar la compuerta exterior, está en el interior de esclusa, asique ahora, rápidamente, su compañero Pável Beliáyev (Павел Иванович Беляев), comandante de la misión, debía igualar las presiones rápidamente para que Alekséi pudiese entrar a la nave y respirar a presión normal.

Sin adornarlo más, lo consiguieron por los pelos.

Ahora, una vez cumplida la misión, solo quedaba volver, pero… tampoco iba a ser una tarea fácil.

El sistema automático de control falló, por lo que debieron encender los motores de forma manual, algo que no se había hecho antes. El problema de esto es la exactitud que debe tenerse para caer donde se quiere, el momento de encendido y la duración, deben ser muy precisas.

No contentos con esto, la presión parcial de oxigeno en la cabina, no paraba de subir. El aire dentro de las naves de la URSS y ahora de Rusia, es aire corriente N2 y O2 en la misma proporción que en la atmosfera. Pero al aumentar la porción de Oxígeno, todo se vuelve más inflamable y con más facilidad, cualquier chispa puede producir un incendio.

No tardando más, había que volver, ya que no pudieron encontrar el problema del oxígeno. Recordemos que estamos sin control automático, hay que volver usando el Piloto Humano. Al hacerlo manualmente, la Vosjod 2 aterrizó en Siberia a 386 kilómetros del lugar previsto.

Aunque le quitemos suspense a este imprevisto, los servicios de rescate los encontraron con relativa rapidez, el problema era que estaban empapados de sudor y a menos de 20º bajo cero. Les lanzaron mantas y ropa desde los helicópteros, pero no pudieron posarse por estar en medio de un bosque, debían esperar a los equipos de tierra.

La primera noche la pasaron solos escuchando unos cuantos lobos aullando. Ambos cosmonautas, conocedores de lo que es Siberia, saben que hay poco alimento en esa época y que ellos están en el menú de los lobos.

La ayuda llegó tras la primera noche, hicieron fuego y e instalaron tiendas de campaña donde esperar el rescate, pero aún pasaron otro día y otra noche.

Esta hazaña, digna de una película, se puede ver en el film ruso “El tiempo de los primeros” o en su versión en occidente “Spacewalker”. Mi consejo, no dejéis de verla, a ser posible, en ruso subtitulada.

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